jueves, 30 de marzo de 2017

Dilema

Estar perdidos sin saber a que vinimos. Buscar sin encontrar. Encontrar sin distinguir. No buscar por no saber que, ni en donde. Paralizarnos. Asustarnos. Frustrarnos. Enojarnos. Darnos por vencidos. Pero vencidos por quien?

Quizás sea propio de nuestra naturaleza humana vivir en un constante dilema. Quizás sea el sentido de la existencia de nuestra mente: llevarnos por donde ella conoce.

Si "supiéramos" todo lo que tenemos que saber, que sentido tendría experimentar, aprender, vivir? Y nuestra vida, tiene que tener un sentido necesariamente?

Y si existe algo tan fuerte y profundo en nuestro interior que nos moviliza a buscar más y más, porque frenarnos? A que tememos? A cambiar?

Solo podremos conocer "nuestro para qué" si nos animamos a vivir. A arriesgarnos, a incomodarnos, a desafiar lo que creemos. A vivir cada momento, cada día, cada etapa como única. Porque lo es. Porque todo cambia, y si no nos permitimos cambiar seremos la resistencia a nuestra propia evolución. El freno a nuestra propia búsqueda.

Muchas veces creemos que solo la certeza de lo conocido por nuestra mente es la que responde a nuestro dilema. Pero esto es así porque la mente solo puede responder lo que conoce. Y no más allá. Ese es su "para que".

Entonces, quizás, las respuestas a nuestro constante dilema esté en la incertidumbre. En lo que aún no viví. En lo que aún no conozco. Amar y aceptar lo no conocido, apoyados en nuestra sabiduría interior, nos ayudará a tranquilizar nuestra mente y guiarla por donde nosotros queremos ir.

Recordar que el estar perdidos en un laberinto no implica necesariamente que no haya salida. Quizás estemos buscándola siempre en el mismo lugar por miedo a avanzar, o en el mismo plano por miedo a cambiar. Y si nos hacemos trampa? Y si nos elevamos y modificamos nuestra dimensión y entonces vemos más allá de lo que miramos?

Dejemos descansar a nuestra mente y asumamos nuestra responsabilidad de Ser.

Namaste.