El cansancio de la vida, que pesa, que intenta frenar tu evolución, es solo físico y mental. Pero el descanso y la paz son del alma. Busca en tu interior el remanso que te lleve a la paz y a la claridad de pensamiento. Busca en el silencio la manera de conectarte contigo y con Dios. No te atormentes si tus pensamientos intentan condicionar tu amor; dejalos fluir, dejalos libres. Las respuestas a todas tus preguntas están en ti. No des poder al que no lo tiene. No pongas en el otro la responsabilidad de guiar tu vida. Cada uno tiene sus propias herramientas para destrabar lo que debe ser removido. El otro está en él, y así es como debe ser. No dejés que tu alma se abrume con lo que viene desde el afuera. Solo lograrás desconectarte de la unión con el todo. Concéntrate en ti, en tus dones, en tus virtudes, acepta tus defectos. Permítete fracasar, entendiendo por ello arribar a un resultado distinto al esperado por tu ego. Disfruta del camino, ya que el camino es la meta. Y disfruta de la meta con la relatividad de saber que es solo una parte más de tu experiencia. Sé justo contigo, y serás justo con los demás. Vive bien, vive en paz, vive felíz, y comparte tu risa interior con todo el que se acerque a ti. Le iluminarás el rostro y su alma y habrás logrado transmitir el mensaje.
