miércoles, 6 de febrero de 2013

Hay días y días

Hay días y momentos que me parecen eternos, donde todo se muestra pesado, oscuro, sin esperanza, sin colores. Es cuando la mente me llena de preguntas que no tienen respuestas. El Ego se agranda y toma control de mis pensamientos y mis acciones. Creo sinceramente que pierdo el control de mi vida y los miedos se apoderan de mis sensaciones y emociones y pensamientos. Y actúo en consecuencia. Hago cosas que me lastiman o que lastiman y busco excusas en el afuera de todo lo que me pasa.

En cambio, hay otros días y momentos que quiero que sean eternos, en donde siento que todo fluye como quiero, llenos de luz y claridad, conectado con el Universo, con la Vida, con el Otro y con Uno mismo. En esos días siento profundamente que estoy cuidado, protegido, guiado y que mi valentía no tiene límites. Y actúo en consecuencia. Soy amor, luz pura, regalo sonrisas y gestos de ternura, soy perceptivo, receptivo, aprendo a escuchar y acepto que todo es como debe ser. Y vuelo.

La diferencia entre ambos días y momentos, que son presente, está solamente en que confío en lo que Soy. Milagrosa y misteriosamente sé que soy parte de la Vida y uno con Dios y que pued Ser feliz, con solo desearlo y actuando en consecuencia. Es cuando dejo de buscar y me abro a recibir lo que la Vida y Dios tienen para regalarme. Dejo de hacerme preguntas y solo confío en mi intuición mas profunda, que es sabia, que Es. Medito escuchando a mi Ser Interno, en lugar de abrumarlo con preguntas. Vivo presente en el presente, en lugar de intentar modificar lo pasado o proyectarme en un futuro que no existe. Soy consciente de mi existencia, en lugar de creer que vivo por casualidad. Me animo a Ser, en lugar de refugiarme en lo que hago o tengo. Me hago cargo de mi responsabilidad de co-crear mi Vida, segundo a segundo.

Y recuerdo que lo único Eterno es el Presente. Está en mí elegir como quiero vivir cada día y cada momento de mi Vida.